Te quiero como eres

Arnold Pointer, un pescador del sur de Australia, tiene una enamorada muy poco común: se trata de Cindy, una gran hembra de tiburón blanco a la que salvó de una muerte cierta al liberarla de una red en la que había quedado atrapada. "Hace dos años que no me suelta", contó a los periodistas interesados en esta singular historia. "Me sigue por todas partes. Hace que los peces que intento pescar huyan, estoy harto y ya no sé qué hacer". Efectivamente, es difícil desembarazarse de un tiburón de una especie protegida y que mide ocho metros. Por otro lado, con el correr del tiempo se ha ido desarrollando un cariño mutuo entre Arnold y Cindy, que pide su ración cotidiana de mimos. "En cuanto paro el barco, Cindy se pone panza arriba para que le acaricie el vientre y el cuello. Eso la vuelve loca: gruñe, pone los ojos en blanco y mueve sus aletas". Pero la verdad es que no se trata de una relación exenta de riesgo. "Lo más complicado es cuando quiere jugar a la pelota conmigo, porque me lanza al barco otarios de 200 kg medio destrozados. La última vez tuve que reconstruir completamente la cabina del piloto", concluyó, resignado, el pescador.