Li Yun, habitante de la provincia china Jilin, es un fumador habitual que parece compartir esta adicción con su tortuga. En efecto, la mascota de Li Yun se acostumbró a fumar cuando empezó a recoger las colillas humeantes de su dueño. “Cada vez que fumo saca la cabeza del agua y me mira”, explica éste. “Si no la dejo fumar”, prosigue, “se pone a nadar en círculo como una loca y araña las paredes de su terrario, y no para hasta que le doy un cigarrillo. En cuatro minutos, el cigarrillo desaparece”.
Una sociedad local de protección de los animales critica duramente a Li por el daño que sin duda le está haciendo al animal.
Una sociedad local de protección de los animales critica duramente a Li por el daño que sin duda le está haciendo al animal.
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