viernes, septiembre 05, 2014
A la última moda
Un estudio muestra que los humanos no son los únicos seres vivos que crean y copian modas y tendencias extravagantes y banales.
El equipo encabezado por Edwin van Leeuwen, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Nijmegen (Holanda), ha observado y analizado la conducta de un grupo de chimpancés que ha adoptado la moda creada por uno de sus miembros de ponerse una brizna de hierba en la oreja, una conducta sin ninguna motivación ni función conocida (como la mayoría de las modas en humanos). Los resultados de este estudio se publican en el número de junio de la revista científica Animal Cognition.
Según los expertos, la moda de la 'hierba en la oreja' fue observada por primera vez en 2010 y su creadora sería Julie, una hembra de uno de los grupos de chimpancés que viven en la zona protegida de Chimfunshi, en Zambia. En 2011, los expertos siguieron y filmaron al grupo de Julie durante 12 meses y descubrieron que 8 de los 12 individuos del grupo habían adoptado la costumbre de colocarse de vez en cuando una brizna de hierba en una de sus orejas.
El aprendizaje social en los chimpancés ha sido estudiado ampliamente, y está demostrado que los individuos de esta especie tienen la capacidad de aprender de sus congéneres a través de una multitud de mecanismos. No obstante, son muy pocos los estudios que documentan la existencia de tradiciones surgidas espontáneamente en comunidades de chimpancés.
El estudio publicado ahora en Animal Cognition muestra un comportamiento aparentemente no adaptativo (ponerse hierba en la oreja no tiene ninguna función concreta ni supone ninguna ventaja evolutiva), que es copiado de unos individuos a otros en una actitud similar a la que los humanos denominamos moda (o tendencia, como decimos hoy).
Publicado en el diario español La Vanguardia el 3 de junio de 2014
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martes, abril 29, 2014
Masajista de leones
El británico Alex Larenty se dedica a relajar a los leones de una reserva ecológica de Sudáfrica. Un día, descubrió que podía relajar a un león de nueve años mientras le aplicaba repelente de insectos en las patas.
Desde entonces, todos los días masajea a los leones del parque. Gracias a estos mimos, Larenty creó un fuerte vínculo con sus amigos. Tanto es así, que con sólo verlo llegar, los animales se acuestan sobre sus espaldas y le tienden las patas.FUENTE: La Bioguía
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miércoles, abril 23, 2014
Falsos suicidas
En el pequeño y tranquilo
pueblo escocés de Milton se encuentra el puente Overtoun, un lugar durante
muchos años elegido por muchos perros para lanzarse al vacío. Fueron pocos los
canes que sobrevivieron a los casi 16 metros de caída; incluso, alguno de
ellos, tras resultar gravemente herido, subió de nuevo y se volvió a tirar. Los
perros seguían un pequeño “ritual” antes de saltar: permanecían unos segundos
en el centro del puente y, a continuación, tomaban carrera y saltaban el
parapeto, alto de apenas un metro.
Estos incidentes comenzaron a
registrarse en los años 60 y las víctimas sumaron casi un centenar.
Naturalmente, se elaboraron muchas teorías que intentaban explicar las causas
del fenómeno, desde el magnetismo hasta los maleficios. El puente Overtoun pasó
a ser considerado uno de los lugares más misteriosos de Escocia, hasta que
recientemente un equipo de científicos, liderados por el Dr. David Sands, se
propuso resolver el enigma.
Descubrieron que los
“suicidios” se limitaban a unas razas determinadas: Golden Retriever, Collie y
Labrador, todos ellos cazadores, por lo que el Dr. Sands decidió investigar
sobre los olores y sonidos de alta frecuencia del lugar. Se eliminó la
posibilidad de que se tratase de algo que pudieran ver los perros, ya que la
altura del muro les impedía la visión.
Como no se registró ningún
sonido fuera de lo normal, los científicos concluyeron que la clave debía relacionarse
con el olfato y buscaron en las inmediaciones plantas y animales inusuales.
Finalmente, encontraron una población de visones americanos, llegados a Escocia
a finales de los años 50, cuyo intenso olor alteraba a los perros más
nerviosos.
En ese lugar, un espacio sin
apenas corrientes de aire, el olor despedido por los visones se mantenía
presente más tiempo y mucho más concentrado, y los perros, al desconocer el
vacío del otro lado del muro, se lanzaban a ciegas con el objetivo de cazar a
uno de estos aromáticos animalitos.
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