martes, noviembre 25, 2008

Efectivo guardaespaldas


Las autoridades del zoo de Jiaozuo (Henan, China) han decidido poner a un monito huérfano bajo la protección de un perro para evitar que los otros monos, de más edad, lo agredan.
Tras haber tenido que intervenir varias veces para salvarle la vida, los cuidadores del parque pusieron un perro en la jaula de los primates. “ Cada vez que el monito se siente en peligro, salta sobre su lomo para ponerse a salvo. Y si alguno de los mayores intenta atacar a su protegido, Sai Hu lo ahuyenta”, manifestó un portavoz del zoo.
Hasta ahora, la medida ha resultado muy positiva, aunque, por otro lado, el macho dominante del grupo muestra un gran descontento cuando Sai Hu lo obliga a mantenerse alejado del chiquitín.

lunes, noviembre 24, 2008

Las ratas de Hamelin


Hamelin es una ciudad alemana, inmortalizada por los hermanos Grimm en su cuento El flautista de Hamelin. La historia transcurre en el año 1284 y relata la preocupación de los habitantes de esa población al descubrir un buen día que la ciudad había sido invadida por miles de ratas. Un desconocido se ofreció para resolver el problema a cambio de cien monedas de oro y su propuesta fue aceptada por las autoridades. El hombre comenzó entonces a caminar hacia las afueras tocando con su flauta una maravillosa melodía que hizo que todas las ratas salieran de sus escondites y lo siguieran, subyugadas. El flautista las condujo hacia el río y, como no sabían nadar, murieron ahogadas. La ciudad organizó grandes festejos para celebrar el hecho, pero cuando el músico reclamó su pago, se negaron a dárselo, alegando que era mucho dinero sólo por tocar la flauta, y lo expulsaron del lugar. La venganza fue cruel e inmediata: de repente, se oyó una dulcísima tonada y todos los niños de la ciudad se encolumnaron tras el flautista, quien retomó el camino del día anterior… Nunca más volvieron a ser vistos.
Casi ocho siglos más tarde, la ciudad de Hamelin sufre una invasión de ratas, esta vez, de verdad, debido a la presencia de un vertedero cerca de un barrio nuevo, y los vecinos no saben qué hacer. Aunque sí saben lo que no van a hacer, pues han manifestado que de ninguna manera piensan contratar los servicios de un flautista.

viernes, noviembre 14, 2008

No era arte


Los dueños de la galería que alberga la exposición de arte contemporáneo Art Farm en Shangai (China) han prohibido la exhibición de los cerdos tatuados con motivos de Louis Vuitton y otros dibujos que Wim Delvoye, artista belga de 43 años, presentaba en la muestra (ver post Obra de arte, del 24 de septiembre pasado), por considerar que no tiene que ver con el arte.
El señor Delvoye crió a sus cerdos en una granja de las afueras de Pekín y esperó a que los tatuajes se fueran haciendo más grandes a medida que los animales crecían. Después, y a un costo de unos € 130.000, hizo matar y disecar a algunos de ellos. Hasta su retiro de Art Farm, los visitantes podían elegir entre comprar el cerdo vivo o sólo su piel tatuada.
Según defiende con vehemencia el artista, los cerdos fueron bien tratados y se los durmió antes de tatuarlos. Y añade que la mayor diferencia entre trabajar con humanos o con cerdos estriba en que “los cerdos no tienen opinión”.

lunes, noviembre 10, 2008

Se tragó el anzuelo


Un tiburón gris del Centro del Mar Naussica (Boulogne–sur-Mer, Francia) fue operado exitosamente hace tres semanas bajo anestesia general para extraer de su abdomen un gran anzuelo que se había tragado días antes.
Los cuidadores habían observado que el animal, de 20 años y dos metros de largo, adelgazaba anormalmente y que una protuberancia sobresalía de su vientre, por lo que se le efectuaron una radiografía y una ecografía que mostraron la presencia de un objeto metálico en su abdomen. Ante la gravedad de la situación, y como único recurso para salvarle la vida, los veterinarios del Centro durmieron al tiburón con ayuda de aceite de clavo de olor (de conocidas propiedades analgésicas y anestésicas) para poder operarlo. Y como los escualos necesitan nadar para respirar, enviaron a través de su boca una corriente permanente de agua y oxígeno a modo de respiración artificial.
Cuando se despertó, el paciente no precisó más de tres horas para empezar a nadar nuevamente y reencontrarse con sus congéneres en el acuario central.
Según Ingrid Picquart, portavoz del Centro Naussica, muy probablemente el anzuelo estaba en uno de los grandes trozos de pescado con que se alimentan los tiburones.
Este centro marino, que ha sido visitado por más de 10 millones de personas desde su inauguración, en 1991, ha ganado aun más prestigio a raíz de esta cirugía, la primera de estas características que se realiza en todo el mundo.

jueves, noviembre 06, 2008

Son todos iguales


Tras entrevistar a cientos de ejecutivos y empleados de oficina en el marco de un estudio desarrollado recientemente por la universidad de New South Wales (Sidney, Australia), los investigadores han concluido que los altos cargos actúan como los monos dominantes: marcan su territorio, asientan su autoridad y exhiben su superioridad jerárquica. Según este estudio, los directores y gerentes suelen llevar trajes oscuros realzados por corbatas de colores vivos, de la misma manera que los machos dominantes de diversas especies de monos presentan ciertas partes de su anatomía intensamente coloreadas. Mientras en la naturaleza el objetivo de estas conductas es seducir a potenciales parejas, en la oficina consistiría más bien en reafirmar el lugar de mando.
El responsable de la investigación, profesor Jeffrey Braithwaite, explica que “alrededor de 200 especies son conocidas por pavonearse y golpearse el pecho. El homo sapiens ha evolucionado desde hace más de dos millones de años para convertirse en una especie tribal jerarquizada, y, desde este punto de vista, no es realmente distinto de muchas especies animales. Tal vez estas conductas están inscritas en nuestros genes”.
El estudio, publicado en el Australia's journal of health organisation and management, afirma que los cuadros directivos suelen utilizar sillones más grandes que los otros miembros de su equipo, hablan en voz más alta e interrumpen a sus colaboradores más a menudo. Asimismo, parecen emplear con mayor frecuencia términos técnicos y acrónimos para confundir a sus interlocutores.
Según el profesor Braithwaite, “lo que hemos encontrado es una tendencia universal a la ostentación del poder, de la virilidad y de la autoridad, tanto en el hombre como en los animales.Y estas tres características parecen estar estrechamente relacionadas”.

miércoles, noviembre 05, 2008

Contar hasta cuatro


Un investigador de la universidad de Queensland (Australia) afirma haber descubierto que las abejas pueden contar hasta cuatro. Para llegar a esta conclusión, el científico situó en un túnel cinco marcadores idénticos, uno de ellos con néctar.
Cuando las liberaba en el túnel, las abejas se dirigían al marcador que contenía néctar. Se retiraba el alimento y reiniciaban el recorrido: las abejas volvían al mismo marcador.
“Nos dimos cuenta de que era posible enseñarles a volver al tercer marcador y luego al cuarto. Pero más allá de esto, su capacidad parecía desaparecer “, explicó el investigador en un informe publicado la semana pasada. “Cuanto más estudiamos a estas criaturas, cuyo cerebro no es mayor que una semilla de sésamo, más nos asombran sus aptitudes”, concluyó.

sábado, noviembre 01, 2008

Historia de Simbad

Era Simbad el más perfecto león que hubiese nacido en las herbo­sas riberas del gran río. León joven, gallardo, hermoso de formas y de movimientos, noble de aspecto y de ánimo orgulloso, gene­roso hasta en pleno furor, leoninamente amado por su leona, verdadero príncipe hereditario de la selva, podía muy bien lla­mársele el Apolo y el Hércules de la leonina estirpe. Pero, así como por designio de los dioses el destino de los héroes es siem­pre trágico, ocurrió que una tribu de negros de nariz chata logró, al cabo de largos meses de asechanzas y de insidias, que cayera el maravilloso Simbad en una innoble trampa. Los feos negros consiguieron, a costa de trabajos y de heridas, atar al desventurado Simbad y encerrarlo en una rústica jaula de troncos. El heroico león no hallaba paz y sus rugidos furiosos atronaban la selva e impedían que conciliaran el sueño las mujeres y los hijos de los insolentes cazadores.
El jefe de la tribu, que tenía sus secretas razones para implorar la indulgencia del gobernador de la colonia, pensó regalarle la estupenda fiera, y así lo hizo. Tampoco el gobernador, hom­bre de naipes y de siestas y muy tibio amigo de la belleza, toleró la vecindad del furioso y rugidor Simbad, al que había alojado en el jardín de su palacio. En efecto, al cabo de pocas semanas se le ocurrió la idea de liberarse del incómodo monarca de la selva remitiéndolo, como homenaje, a Su Majestad el Rey, en nombre del cual gobernaba aquellas lejanas tierras. El desesperado Simbad llegó a la capital y fue objeto de la admiración de los cortesanos, los que habían visto perros de todas las razas y papagayos de todos los colores, pero jamás se encontraron ante una fiera tan majestuosa e indómita. El Rey, en cuya índole nada había de regio y era además sórdido y avaro, decidió desprenderse del espléndido y costoso obsequio regalándolo al Jardín Zoológico de la metrópoli. En el Jardín, agitado siempre por el tormento de su inmerecida esclavitud, pero siempre pro­digiosamente hermoso en su dolorosa dignidad, Simbad vivió largos años, recibiendo a diario la visita de esos poetas sin pala­bras que son los niños y de esos niños grandes que son los poetas.Un día, el director del Zoológico notó que Simbad estaba viejo y quiso substituirlo con un ejemplar joven. El ex príncipe pasó a ser propiedad de un circo ecuestre que recorría las ciudades del interior del país y hubo de resignarse, aunque con rebelde pena, a la ridícula obediencia que exigían de él. Fue espectáculo suma­mente melancólico y mortificante el ver a quien había sido mila­gro de libre fuerza obligado a encaramarse en un cono truncado o saltar una cuerda de muchachos. Pronto llegó la muerte a liberarlo de tal humillación, de tal decadencia y de tanta vergüenza.
Vendieron la carroña del pobre Simbad en la misma ciudad donde había muerto, y le arrancaron la piel y usaron de su esqueleto para preparar un abono. El dueño del osario tomó para sí la piel, aún hermosa, y la hizo curtir; poco después se la vendió a un tripero enriquecido que estaba amoblando una nueva casa. Sobre la pobre piel de Simbad, echada en el suelo en el centro de un saloncillo, posáronse los pies de los amigos y de los servidores de la familia del vendedor de tripas y cayeron en ella cenizas de cigarrillos y gotas de café. A tal punto que la dueña de casa, una ex hortelana, halló que la piel no estaba ya lo bastante fresca y elegante para seguir luciendo en la sala. Se la regaló, pues, a la portera, que la recibió con gran contento porque le servía para que jugaran en ella dos mellizos, mocosuelos llorones, que ella había dado a luz poco tiempo antes. La piel de Simbad, del soberbio emperador de la selva africana, fue inundada e impregnada de babas y no sólo de babas por los dos cachorros del hombre de ciudad; cuando llegó a ser dema­siado sórdida y maloliente hasta para el no muy delicado olfato de la portera, arrojaron la piel en un montón de basura, donde terminó, por fin, la desventura e inmerecida infamia del rey prisionero.
Tal es, a menudo, la miserable suerte de los mejores seres y no sólo entre aquellos que nacieron leones sobre la hermosa ribera de un gran río.

Giovanni Papini
http://elcuervolopez.blogspot.com