Gracias a su espíritu curioso y su capacidad de observación, Aaron Rundus, estudiante de biología de la universidad de California, descubrió por qué, en una pelea entre una ardilla y una serpiente de cascabel, ésta última abandonaba a menudo la lucha incluso antes de empezar, cuando aparentemente tenía todas las de ganar frente a un enemigo de aspecto tan desvalido como la ardilla. Aaron se planteó que tal vez el modo de percepción de los animales no es como el de los hombres y filmó con una cámara infrarroja (determina la temperatura de los cuerpos) distintas situaciones de enfrentamiento entre ardillas y serpientes. Observó que frente a un reptil, la ardilla yergue su cola y la agita. Pero las imágenes infrarrojas revelaron que la temperatura de la cola aumenta, seguramente, a causa de un flujo momentáneo de sangre. La serpiente de cascabel, cuyos órganos sensoriales detectan esta parte del espectro invisible para el hombre, se encuentra súbitamente desorientada frente a este elemento inusual que no consigue identificar, duda, y se bate en prudente retirada.
Más sorprendente aun es que cuando la ardilla se enfrenta a una serpiente de Gopher, agita la cola pero no la “calienta”, pues estos reptiles no pueden ver el infrarrojo.
Más sorprendente aun es que cuando la ardilla se enfrenta a una serpiente de Gopher, agita la cola pero no la “calienta”, pues estos reptiles no pueden ver el infrarrojo.
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