
Durante las primeras décadas del siglo XX, los australianos veían con preocupación creciente cómo cierto tipo de
escarabajo causaba cada vez
más daños a sus cultivos de
caña de azúcar. En 1935 creyeron haber encontrado la
solución al introducir en sus plantaciones
102 sapos Bufo Marinus, también llamado
sapo de caña, procedentes de las Antillas, que se multiplicaron rápidamente en cautiverio. La adaptación de estos batracios fue tan extraordinaria que
hoy, 72 años después, son
más de 200 millones, que presentan, además, grandes transformaciones corporales: los ejemplares que llegaron a Australia medían
10 cm; actualmente pueden pesar
hasta dos kg y medir
37 cm, lo que los convierte en la especie de sapos
más grandes del mundo. También sus patas se han vuelto más largas, hecho que aumenta la rapidez en su desplazamiento. Gracias a esto y a la construcción constante de carreteras, los sapos Bufo o de caña avanzan una media de
60 km anuales y ocupan ya
más de un millón de km². Los australianos ven que cambiaron un problema por otro, pues los animalitos
arrasan con la fauna local y devoran con particular fruición
serpientes y pequeños
cocodrilos, a los que pueden vencer fácilmente gracias al
veneno que acumulan en las glándulas parótidas.
La naturaleza, siempre sabia, hace lo que puede para recuperar el
equilibrio ecológico, y ciertas aves, como el
milano negro, han aprendido a
evitar el veneno que tiene el sapo en la cabeza y a atacarlo en el abdomen, mientras que
algunas serpientes han disminuido el tamaño de sus mandíbulas; así no lo pueden tragar y
se salvan de morir envenenadas. Otro caso es el de la
rana del árbol de Dahl, que ha desarrollado una
resistencia a la toxina en cuestión y se come los renacuajos y sapitos jóvenes sin problemas.
Pero todo esto no es suficiente ante la asombrosa capacidad de reproducción del sapo de caña (puede poner hasta
10.000 huevos diarios), y los científicos australianos siguen estudiando cómo
frenar su crecimiento sin, por otro lado, eliminar la especie.
1 comentario:
Muy interesante esta información. Se te ponen los pelos de punta. ¡Se parecen a las ratas..!. Lo que más me ha gustado es leer como la naturaleza se va adaptando con cambios conformes a su nueva realidad. Un saludo
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