No hay humano que les gane si de curarse se trata. Los animales, tal como algunos sospechan, saben de medicinas y tratamientos mucho más que los hombres. Y no han necesitado seguir ningún curso de cuidados primarios para aprender. Ellos nacen así, “enseñados”. Algunos ejemplos:
- Para desembarazarse de los molestos parásitos, los elefantes se echan agua con la trompa, los hipopótamos se revuelcan en barro, los monos se despulgan unos a otros y los elefantes marinos se espolvorean arena con sus aletas.
- Nada mejor que un lametazo de mamá leona para curar los rasguños de su bebé. La lengua es un instrumento médico de primera para todos los felinos: sumamente áspera, actúa como papel de lija sobre los pelos y desechos que recubren las heridas En cuanto a la saliva, es muy rica en enzimas y un importante agente para la cicatrización.
- Cuando un ciervo se lastima una pata, se recuesta sobre el musgo y se frota la herida con él para beneficiarse de sus propiedades antibióticas. Los renos del norte de Finlandia hacen lo mismo con el líquen, común en su habitat.
Muchos animales utilizan recursos similares: el ratón almizclero cubre sus llagas con una capa espesa de resina de pino; los lémures de Madagascar se curan con ciertas hojas de propiedades cicatrizantes; y las focas heridas se refugian bajo montones de determinadas algas conocidas por sus cualidades antibióticas y fungicidas.
- Durante mucho tiempo, el hombre creyó que los hipopótamos sudaban sangre cuando tenían demasiado calor. En realidad, estudios científicos demostraron que se trata de una perfecta crema solar natural, una sustancia rosada y viscosa que protege al animal de los efectos nocivos de los rayos solares.
Vista esta pequeña muestra de lo que pueden hacer los animales por ellos mismos, y tras reflexionar unos instantes sobre las habilidades promedio del ser humano, la conclusión es sólo una: al menos en este campo, y sin querer entrar en polémicas, Irracionales 1 – Racionales O.
miércoles, julio 18, 2007
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