Ni guardias ni cámaras. Para evitar robos durante la exhibición de su nueva colección de alhajas realizadas en turquesa y plata, Scott Ward, dueño de una joyería en South Lyon (Michigan, EE.UU.), implementó un curioso sistema de seguridad: distribuyó una docena de escorpiones vivos entre las piezas durante todo el tiempo que duró la exposición. La medida se reveló más que adecuada, pues no sólo nadie se atrevió a meter la mano, sino que la gente volvía una y otra vez a la tienda, fascinada ante el espectáculo que ofrecían los bichitos paseándose entre anillos, collares y piedras preciosas. Y cuando el señor Ward retiró la colección de la vidriera y devolvió los escorpiones a su lugar de origen, los clientes le pidieron que los volviera a traer y los dejara en permanencia. Y allí están nuevamente, "trabajando" de día y alimentándose de los grillos y otros insectos que les proporciona su dueño cada noche, quien reconoce ser muy aficionado a los artrópodos. Ahora, un cartel en el frente del local lo publicita como “la joyería más peligrosa del mundo”, y su nuevo eslogan es “mantente alerta, mantente vivo”.
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