Franska, la osa eslovena reintroducida en los Pirineos junto a otros cuatro plantígrados hace apenas un año, murió ayer atropellada accidentalmente en una carretera cerca de Lourdes (Francia). El animal simbolizaba el descontento de muchos criadores de ovejas de la región, quienes en reiteradas ocasiones se habían manifestado contra la reinserción de los osos en toda esa zona y habían pedido la captura de Franska, después de que ésta atacara varios rebaños y ocasionara la muerte de 150 cabras. “Es una satisfacción enorme y un gran alivio para los ganaderos”, declaró Marie-Lise Broueilh, presidenta de la Asociación para la Defensa del Patrimonio Pirenaico de la región de Hautes-Pyrénées (ASPP-65), quien estima incompatibles las actividades humanas y la presencia de osos en el mismo lugar. “Hemos sufrido un grave perjuicio con Franska, una osa devoradora de ovejas, que mataba por matar y traumatizaba al resto de animales. El asunto se acabó; ahora llega la normalidad y el verano se terminará en calma, lo que es muy importante para nuestros rebaños”, añadió.
Por su parte, François Arcangeli, alcalde de la localidad cercana de Arbas y presidente de la Asociación Región del Oso ADET, lamentó lo sucedido. “Es una triste noticia”, afirmó, y considera indispensable reemplazar a Franska y Palouma (integrante también del grupo reintroducido en la zona, muerta fortuitamente a poco de llegar al bosque) por otras dos hembras que se puedan aparear con la veintena de machos que se han ido soltando en los últimos diez años, para garantizar así la presencia del oso a largo plazo en los Pirineos.
Por su parte, François Arcangeli, alcalde de la localidad cercana de Arbas y presidente de la Asociación Región del Oso ADET, lamentó lo sucedido. “Es una triste noticia”, afirmó, y considera indispensable reemplazar a Franska y Palouma (integrante también del grupo reintroducido en la zona, muerta fortuitamente a poco de llegar al bosque) por otras dos hembras que se puedan aparear con la veintena de machos que se han ido soltando en los últimos diez años, para garantizar así la presencia del oso a largo plazo en los Pirineos.
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