Hoy empieza una semana de alegría y desenfreno para unos seres humanos y de pánico, sangre y muerte para unos seres animales. Todos los años, y desde hace más de 400, se repite en el casco viejo de la ciudad de Pamplona (Navarra, norte de España) el mismo ritual: el lanzamiento del txupinazo (un pequeño cohete) desde el Ayuntamiento inaugura los Sanfermines, fiestas que duran una semana, hasta el 14 de julio, durante la que se suceden festejos y espectáculos de todo tipo y para todas las edades. El principal atractivo, el que convoca a más de un millón de visitantes extranjeros (mayormente, norteamericanos y australianos), el que fascinó como pocos a Ernest Hemingway y a tantos otros, es el encierro, que consiste en correr por las estrechas callejuelas de la Pamplona antigua y hasta la Plaza de Toros, ante una manada de 15 toros, seis bravos y nueve mansos, intentando no caerse y sin dejarse pillar por el animal, que corre sin saber a dónde, asustado y enfurecido. A pesar del evidente peligro, sólo se han producido 14 muertes humanas desde 1910; la última, en 2003. A los toros no les ha ido tan bien: sólo en las corridas que se celebran en la Plaza durante los Sanfermines, y sin contar los festivales matutinos y algún que otro festejo taurino, mueren alrededor de 50 en cada edición de la fiesta, lo que lleva el número total a unos 5000 en esos casi 100 años. Aunque cada vez es mayor la protesta de las diferentes organizaciones defensoras de los animales en todo el mundo, no parece que las cosas vayan a cambiar rápidamente. Este año, una vez más, el circo continúa.
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2 comentarios:
El ser humano posee una spique muy complicada. Hay personas capaces de amar a los animales y al mismo tiempo gustarles los festejos taurinos. Sin ir más lejos mis padres. Ellos me inculcaron amor hacia las criaturas irracionales. ¿Cómo se explican estas contradiciones?. Pues no lo se, pero lo que si me queda claro es que no se puede juzgar de forma drástica a las personas que acuden a estos festejos. Si que podemos cuestionar su comportamiento en un echo particular, pero no su persona. Porque a lo mejor estamos sentenciando a un amante de los animales.
A mi lo de celebrar cualquier fiesta a costa de un animal, me resulta amoral. Es doloroso y lo rechazo con todo mi ser.
Un cordial saludo: Geno
Estoy totalmente de acuerdo, no logro comprender que puede tener de divertido o excitante hacer sufrir a un pobre animal. Me parece muy bien conservar fiestas y tradiciones desde tiempos inmemoriables, pero nunca a costa de un animal.
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