Es sabido que ciertos peces poseen una capacidad (ausente en los vertebrados superiores, tal vez por haberla perdido en el curso de la evolución), por la que pueden regenerar el corazón o un ojo. Gracias a la salamandra mejicana, llamada ajolote o axolotl, quizá algún día nuestro organismo podrá hacer crecer nuevamente un dedo cortado o regenerar un corazón dañado por un infarto. El doctor Juan Carlos Izpisua Belmonte, director del Centro de Medicina Regeneradora de Barcelona (España) y profesor del laboratorio de expresión genética del Instituto Salk (California, EE.UU.), intenta comprender cómo este animal es capaz de regenerar cualquier tipo de tejido en su cuerpo. El cíentífico y su equipo estudian los genes implicados en este proceso para determinar si también están presentes, en estado inactivo, en el ser humano, y en ese caso, la posibilidad de activarlos. Los resultados de los experimentos realizados con pollos y peces se revelan prometedores: “Despertar una capacidad latente me parece más fácil que crear un órgano gracias a células madre. Y eso evitaría un buen número de problemas, como el riesgo de rechazo”, declara el doctor Izpisua, quien dice que esta vía abre puertas inmensas en materia de regeneración y para la prevención de la degeneración de las células del organismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario