En África, el animal tiene sobre el hombre y su comportamiento una influencia que se remonta a la prehistoria y se refleja en toda su cultura. Ocupa el primer lugar en mitos, leyendas, cuentos, proverbios, adivinanzas… Sus representaciones plásticas, frecuentes en la escultura, son la cara visible de un simbolismo fuerte y complejo.
Animal, bestiario mítico y místico es el nombre de la exposición sobre arte africano que el museo Dapper de París (Francia) ofrece hasta el 30 de marzo de 2008. En total, se pueden admirar unas 150 piezas –máscaras, estatuillas, adornos– originarias de África del Oeste y ecuatorial, de las que un centenar provienen de colecciones privadas o museos extranjeros.
Búfalos, camaleones, antílopes, tiburones, ranas, animales híbridos con colmillos de felinos, hechos principalmente de madera, pero también de nácar, perlas, oro o bronce, componen este bestiario, “omnipresente en África, ya sea en objetos o en la literatura oral”, explica la directora del museo, Christiane Falgayrettes-Leveau.
El animal se encuentra en el campo simbólico, adivinatorio, ritual, pero también en el cotidiano. Es “aquél que se caza, el proveedor de alimento, el sacrificado en los rituales; forma también parte del clan cuyo mito original, reflejado en un mono, un león o un elefante, determina las características del grupo”.
Cuando un bantú (África ecuatorial) quiere eliminar a alguien, "se cubre con una vestimenta moteada y se pone garras en las manos. Es el leopardo que hace justicia”, ejemplifica la directora. Y añade: “en las escuelas bambaras (África del Oeste), los distintos grados de aprendizaje llevan nombres de animales (sapo, pájaro, gallina, perro), según el simbolismo de las características de cada uno”. Un magífico trono de madera de Camerún coronado por dos figuras reales se asienta sobre un grupo de serpientes enlazadas. “Es un signo de longevidad, pero es también un animal peligroso, y se convierte en una especie de espejo del poder real”. En Mali, una estatuilla de la etnia Dogon encarna un personaje a caballo, animal raramente representado, que simboliza la riqueza. El ratón ayuda al pueblo Baule (Costa de Marfil) en la adivinación, mientras que el mono encarna el espíritu de la selva, y en el poblado Senufo, también de Costa de Marfil, los animales son híbridos, como los de una máscara empleada en rituales que reúne mandíbulas de cocodrilo, colmillos de facocero (jabalí) y cuernos de antílope. “No encarnan al animal propiamente dicho, sino que sus rasgos remiten a los espíritus”, concluye Mme. Falgayrettes-Leveau.
Animal, bestiario mítico y místico es el nombre de la exposición sobre arte africano que el museo Dapper de París (Francia) ofrece hasta el 30 de marzo de 2008. En total, se pueden admirar unas 150 piezas –máscaras, estatuillas, adornos– originarias de África del Oeste y ecuatorial, de las que un centenar provienen de colecciones privadas o museos extranjeros.
Búfalos, camaleones, antílopes, tiburones, ranas, animales híbridos con colmillos de felinos, hechos principalmente de madera, pero también de nácar, perlas, oro o bronce, componen este bestiario, “omnipresente en África, ya sea en objetos o en la literatura oral”, explica la directora del museo, Christiane Falgayrettes-Leveau.
El animal se encuentra en el campo simbólico, adivinatorio, ritual, pero también en el cotidiano. Es “aquél que se caza, el proveedor de alimento, el sacrificado en los rituales; forma también parte del clan cuyo mito original, reflejado en un mono, un león o un elefante, determina las características del grupo”.
Cuando un bantú (África ecuatorial) quiere eliminar a alguien, "se cubre con una vestimenta moteada y se pone garras en las manos. Es el leopardo que hace justicia”, ejemplifica la directora. Y añade: “en las escuelas bambaras (África del Oeste), los distintos grados de aprendizaje llevan nombres de animales (sapo, pájaro, gallina, perro), según el simbolismo de las características de cada uno”. Un magífico trono de madera de Camerún coronado por dos figuras reales se asienta sobre un grupo de serpientes enlazadas. “Es un signo de longevidad, pero es también un animal peligroso, y se convierte en una especie de espejo del poder real”. En Mali, una estatuilla de la etnia Dogon encarna un personaje a caballo, animal raramente representado, que simboliza la riqueza. El ratón ayuda al pueblo Baule (Costa de Marfil) en la adivinación, mientras que el mono encarna el espíritu de la selva, y en el poblado Senufo, también de Costa de Marfil, los animales son híbridos, como los de una máscara empleada en rituales que reúne mandíbulas de cocodrilo, colmillos de facocero (jabalí) y cuernos de antílope. “No encarnan al animal propiamente dicho, sino que sus rasgos remiten a los espíritus”, concluye Mme. Falgayrettes-Leveau.
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