Son 27 los países en donde todavía se desarrollan más o menos legalmente la peleas de gallos. Si bien en Francia están prohibidas en casi todo el territorio galo, se siguen celebrando en la región del norte gracias a la derogación de la ley en 1964, que las autoriza invocando una tradición local ininterrumpida, un poco como sucede en el sur con las corridas de toros. Se calcula que hay actualmente en el norte francés unos 5000 criadores de gallos y un centenar de reñideros.
La temporada francesa de peleas se extiende de diciembre a julio. Antes de entrar al reñidero, se les pone a los gallos un espolón metálico de 52 mm que, al decir de los criadores, sólo causa heridas limpias que cicatrizan rápidamente, al contrario de los espolones naturales, que son curvos y arrancan la carne.
Los combates duran entre seis y ocho minutos, y se terminan cuando uno de los dos contrincantes muere o queda en tierra, demasiado agotado o herido para sostenerse sobre sus patas.
Del otro lado de la frontera, en Bélgica, la ley es menos permisiva, ya que desde finales de los años veinte no reconoce el principio de la tradición. Sin embargo, al igual que en muchos otros países, los combates se celebran aunque sean ilegales y los aficionados corran el riesgo de ser sorprendidos por la policía, como los tres hombres que participaron en una riña ilegal de gallos en mayo de 2007 y acaban de ser condenados por el tribunal de Hasselt a pagar cada uno una multa de 2750 euros, además de prohibírseles tener gallos.
Los pleitos de este tipo no son excepcionales en Bélgica: en enero de este año, el mismo tribunal condenó a otros cinco criadores a las mismas penas.
En el resto de Europa, Inglaterra, Andalucía (España) y los Países Bajos organizan asimismo riñas ilegales. Y a la otra orilla del Atlántico, en Canadá, donde también las peleas están prohibidas, las autoridades desmantelaron el mes pasado una extensa red de combates, que funcionaba desde hace tres años, y secuestraron 1270 gallos, algunos, alimentados con esteroides.
Las riñas de gallos son también muy apreciadas en el sureste asiático, las Antillas, Sudamérica y el sur de EE.UU.
La temporada francesa de peleas se extiende de diciembre a julio. Antes de entrar al reñidero, se les pone a los gallos un espolón metálico de 52 mm que, al decir de los criadores, sólo causa heridas limpias que cicatrizan rápidamente, al contrario de los espolones naturales, que son curvos y arrancan la carne.
Los combates duran entre seis y ocho minutos, y se terminan cuando uno de los dos contrincantes muere o queda en tierra, demasiado agotado o herido para sostenerse sobre sus patas.
Del otro lado de la frontera, en Bélgica, la ley es menos permisiva, ya que desde finales de los años veinte no reconoce el principio de la tradición. Sin embargo, al igual que en muchos otros países, los combates se celebran aunque sean ilegales y los aficionados corran el riesgo de ser sorprendidos por la policía, como los tres hombres que participaron en una riña ilegal de gallos en mayo de 2007 y acaban de ser condenados por el tribunal de Hasselt a pagar cada uno una multa de 2750 euros, además de prohibírseles tener gallos.
Los pleitos de este tipo no son excepcionales en Bélgica: en enero de este año, el mismo tribunal condenó a otros cinco criadores a las mismas penas.
En el resto de Europa, Inglaterra, Andalucía (España) y los Países Bajos organizan asimismo riñas ilegales. Y a la otra orilla del Atlántico, en Canadá, donde también las peleas están prohibidas, las autoridades desmantelaron el mes pasado una extensa red de combates, que funcionaba desde hace tres años, y secuestraron 1270 gallos, algunos, alimentados con esteroides.
Las riñas de gallos son también muy apreciadas en el sureste asiático, las Antillas, Sudamérica y el sur de EE.UU.
1 comentario:
Que mania del ser humano querer que exista violencia, asi sea de animales.
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