El oso polar Knut es, sin la menor duda, el habitante más famoso y querido del zoo de Berlín Oeste (Alemania), cuyos cuidadores le han obsequiado esta mañana un pastel, con una vela de madera, para celebrar su cumpleaños número 1; además, el parque ha ofrecido entrada gratuita a todos los menores de 15 años. Knut ha devorado el manjar preparado con arroz, frutas, verduras y ensalada ante los incontables e incesantes flashes de las cámaras de los fotógrafos.
Verdadero fenómeno mediático en Alemania y en el extranjero, Knut ha atraído durante muchos meses a cientos de miles de visitantes, y el zoo de Berlín, que registró oportunamente su nombre como marca registrada y lanzó una serie de productos relacionados, ha ganado millones de euros gracias a su reconocido inquilino, el primer oso polar que ve la luz en ese parque en los últimos 30 años.
La vida de Knut se inició dramáticamente, pues su madre, Tosca, lo abandonó al nacer. Su hermano gemelo murió a los cuatro días. Esta triste situación y su aspecto de peluche torpe conmovieron al mundo entero, y desde entonces, la prensa internacional se congregó a la entrada de su recinto para recoger cualquier novedad que le concerniera. El 23 de marzo pasado, alrededor de 500 fotógrafos y decenas de equipos de televisión de Japón, Australia o EE.UU. registraron su primera salida al público. Se había iniciado la “Knutmanía”, y la mitad de los bebés nacidos en Berlín ese mes de marzo (541) se llamaron Knut.
Hordas de niños, adolescentes y personas de todas las edades visitaban al osezno todos los días, que llegó a posar para Annie Leibovitz, fotógrafa norteamericana especializada en retratos de estrellas de cine, y salió con Leonardo DiCaprio en la tapa de Vanity Fair.
De rebote, su cuidador, el carismático y fotogénico Thomas Dörflein, se convirtió en protagonista de los diarios y revistas más populares; el mismo presidente federal, Horst Köhler, lo invitó este verano pasado a su fiesta al aire libre. Thomas se hizo cargo del osito cuando fue abandonado; le dio el biberón hasta 12 veces por día durante las primeras semanas, y más adelante ofreció dos funciones diarias en las que jugaba con Knut para que el público pudiera admirarlo. Pero los juegos se fueron volviendo demasiado peligrosos, dado el creciente tamaño y peso del oso, que nació con 810 g y hoy pesa 115 kg, por lo que las sesiones fueron suspendidas definitivamente. Thomas, empleado en el zoo hace 26 años, reconoce que se siente muy triste y a menudo se queda a dormir con su querido protegido.
Knut podría ser trasladado el año próximo al zoo de Berlín Este, menos conocido, pero más amplio y con mejores condiciones para albergar al oso polar más famoso del mundo.
Verdadero fenómeno mediático en Alemania y en el extranjero, Knut ha atraído durante muchos meses a cientos de miles de visitantes, y el zoo de Berlín, que registró oportunamente su nombre como marca registrada y lanzó una serie de productos relacionados, ha ganado millones de euros gracias a su reconocido inquilino, el primer oso polar que ve la luz en ese parque en los últimos 30 años.
La vida de Knut se inició dramáticamente, pues su madre, Tosca, lo abandonó al nacer. Su hermano gemelo murió a los cuatro días. Esta triste situación y su aspecto de peluche torpe conmovieron al mundo entero, y desde entonces, la prensa internacional se congregó a la entrada de su recinto para recoger cualquier novedad que le concerniera. El 23 de marzo pasado, alrededor de 500 fotógrafos y decenas de equipos de televisión de Japón, Australia o EE.UU. registraron su primera salida al público. Se había iniciado la “Knutmanía”, y la mitad de los bebés nacidos en Berlín ese mes de marzo (541) se llamaron Knut.
Hordas de niños, adolescentes y personas de todas las edades visitaban al osezno todos los días, que llegó a posar para Annie Leibovitz, fotógrafa norteamericana especializada en retratos de estrellas de cine, y salió con Leonardo DiCaprio en la tapa de Vanity Fair.
De rebote, su cuidador, el carismático y fotogénico Thomas Dörflein, se convirtió en protagonista de los diarios y revistas más populares; el mismo presidente federal, Horst Köhler, lo invitó este verano pasado a su fiesta al aire libre. Thomas se hizo cargo del osito cuando fue abandonado; le dio el biberón hasta 12 veces por día durante las primeras semanas, y más adelante ofreció dos funciones diarias en las que jugaba con Knut para que el público pudiera admirarlo. Pero los juegos se fueron volviendo demasiado peligrosos, dado el creciente tamaño y peso del oso, que nació con 810 g y hoy pesa 115 kg, por lo que las sesiones fueron suspendidas definitivamente. Thomas, empleado en el zoo hace 26 años, reconoce que se siente muy triste y a menudo se queda a dormir con su querido protegido.
Knut podría ser trasladado el año próximo al zoo de Berlín Este, menos conocido, pero más amplio y con mejores condiciones para albergar al oso polar más famoso del mundo.
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