Japón ha convocado a todos los pescadores para eliminar de su territorio una perca de América del Norte, particularmente voraz, introducida en el país hace casi 50 años por el actual emperador. Durante una visita realizada a los EE.UU. en 1960, cuando todavía era príncipe heredero, Akihito, un apasionado de los peces, recibió como regalo del entonces alcalde de Chicago, Richard J. Daley, unos bluegill (perca sol). A su regreso, y en la creencia de ofrecer un nuevo recurso alimenticio a su país, el príncipe confió los pececillos a un instituto de investigación encargado de implementar un programa de piscicultura.
Pero la perca de América, que había merecido el nombre de “el pez del príncipe”, se convirtió rápidamente en un perjuicio para los ríos y lagos de Japón, cuyas especies locales corren ahora el riesgo de ser exterminadas.
En una poco frecuente autocrítica, el emperador Akihito expresó su consternación el pasado 11 de noviembre ante los pescadores profesionales, al tiempo que reconocía que las aguas del lago Biwa, el más grande del país, se han despoblado a causa del invasor llegado de América.
“Yo traje los bluegill de los EE.UU. hace casi 50 años y los di a un instituo de investigación de la Agencia de la Pesca”, recordó Akihito, cuyas declaraciones públicas suelen ser muy protocolarias. “Empezamos a desarrollar su cría, pues esperábamos consumirlos. Pero se me encoge el corazón ante lo que ha pasado”, dijo.
A fin de eliminar progresivamente la perca del lago Biwa, la provincia Shiga alienta a sus habitantes a consumir las presas y no a devolverlas al agua, como tienen por costumbre.
El sitio oficial de la prefectura muestra igualmente cómo limpiar el pescado y propone variadas recetas, que van de la simple fritura a preparaciones más elaboradas en salsa agridulce.
“Este pescado sabe bien”, afirma Kunihiko Kuwamura, uno de los responsables de las pescaderías de Shiga, y sugiere consumirlo también en sushi.
Pero la perca de América, que había merecido el nombre de “el pez del príncipe”, se convirtió rápidamente en un perjuicio para los ríos y lagos de Japón, cuyas especies locales corren ahora el riesgo de ser exterminadas.
En una poco frecuente autocrítica, el emperador Akihito expresó su consternación el pasado 11 de noviembre ante los pescadores profesionales, al tiempo que reconocía que las aguas del lago Biwa, el más grande del país, se han despoblado a causa del invasor llegado de América.
“Yo traje los bluegill de los EE.UU. hace casi 50 años y los di a un instituo de investigación de la Agencia de la Pesca”, recordó Akihito, cuyas declaraciones públicas suelen ser muy protocolarias. “Empezamos a desarrollar su cría, pues esperábamos consumirlos. Pero se me encoge el corazón ante lo que ha pasado”, dijo.
A fin de eliminar progresivamente la perca del lago Biwa, la provincia Shiga alienta a sus habitantes a consumir las presas y no a devolverlas al agua, como tienen por costumbre.
El sitio oficial de la prefectura muestra igualmente cómo limpiar el pescado y propone variadas recetas, que van de la simple fritura a preparaciones más elaboradas en salsa agridulce.
“Este pescado sabe bien”, afirma Kunihiko Kuwamura, uno de los responsables de las pescaderías de Shiga, y sugiere consumirlo también en sushi.
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