martes, febrero 19, 2008

Camino a la libertad



Lili, Demi y Mek, tres jóvenes antílopes hembra nacidas en 2005 y 2006 a orillas del Elba en un zoo checo, integran un programa de reintroducción en el continente africano de especies amenazadas y van a recuperar muy pronto su libertad, ya que es inminente su traslado a la reserva de Mlilwane, en Suazilandia (sur de África), donde ya las esperan otros antílopes ofrecidos por el zoológico británico de Marwell.
El último antílope de Suazilandia murió en una trampa hace casi medio siglo, en 1961, y desde entonces, la ley de ese país autoriza a los guardabosques a dispararles a los cazadores furtivos. La especie, en vías de desaparición, sobrevive en algunas reservas de África del Sur, Kenis y Rwanda, y en unos pocos zoos europeos.
“Va a ser un cambio muy importante para ellas, pues están acostumbradas a que las llamemos a la hora de comer”, señala con una sonrisa la criadora Alena Kellnerova, quien ha estado “casi todos los días con ellas desde que nacieron” y espera con tristeza su partida. La reintroducción en Suazilandia se hará en dos etapas; primero en un cercado durante el periodo de adaptación y después quedarán en completa libertad.
A un centenar de kilómetros de Praga (República Checa), el jardín zoológico de Dvur-Kralove-nad-Labem, muy popular entre los checos, acoge grupos impresionantes de animales africanos, los mayores a escala mundial de ciertas especies de jirafas, antílopes y rinocerontes, y su reintroducción constituye una misión esencial del parque. Los envían gratuitamente a África, y los gastos de transporte y seguimiento veterinario corren por cuenta de la organización sudafricana Back To Africa.
“Ya hemos enviado más de cien animales a África”, precisa Martin Smrcek, jefe de zoólogos. Y añade: “Desde finales de los años 60 hemos criado un total de 316 antílopes, una cantidad realmente extraordinaria”.
En los programas de reintroducción, las hembras revisten una importancia primordial, ya que la manada se compone de un macho dominante (que puede llegar a pesar 300 kg) rodeado de hembras y crías.
“Nos sentimos orgullosos de que un zoo relativamente pequeño como el nuestro tenga unas crías cuya buena calidad hace que sus países de origen nos las reclamen”, declara Jana Mysliveckova, a cargo de las relaciones públicas del parque. Según dice, los especialistas de Dvur-Kralove-nad-Labem están pensando en ampliar el programa a otras especies, como el rinoceronte. “Por ahora no es más que una idea. Habría que garantizar la seguridad de los animales y resolver el tema del transporte, seguramente, carísimo. Pero para algunas especies, esto puede representar la última oportunidad de supervivencia”.

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