Hace unas semanas, un inmenso banco de medusas que cubría una superficie de más de 25 km², atacó y mató a todos los salmones, más de 100.000, de la Northern Salmon Company, único criadero existente en Irlanda del Norte, que no podrá hacer frente a la pérdida económica sufrida y se verá obligado a cerrar sus puertas si el gobierno no acude en su ayuda.
Pocos días más tarde, Anne Saunders, jefe de proyecto de la organización Marine Conservation Society, comunicó la presencia en las costas escocesas de millones de pequeñas medusas, hecho totalmente inusual en esta época del año, y achacó su llegada a los vientos y mareas producidos en el Atlántico. “Estas proliferaciones son desmedidas y representan millones de individuos, traídos hasta aquí por fuertes corrientes atlánticas. Los enjambres de medusas pueden dañar las granjas de peces y mariscos”, prosiguió, “y este fenómeno, del que no conocemos el origen exacto, podría darse cada vez con más frecuencia a causa del recalentamiento climático”.
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