En Texas (EE.UU.), los defensores de los animales están en plena confusión tras la muerte de un gato vagabundo a manos de un ornitólogo, que afirma haber querido proteger especies amenazadas y hoy está acusado de crueldad hacia los animales.
Por un lado, los defensores de los pájaros afirman que Jim Stevenson actuó así para proteger animales en peligro de extinción; por otro, los protectores de los felinos lo acusan de haber asesinado a un animal de compañía muy querido.
El señor Stevenson , fundador de la Galveston Ornithological Society y dueño de un estudio dedicado a la observación de las aves en la isla Galveston, en el Golfo de Méjico, asegura que quiso salvaguardar a los pájaros que anidan en la isla. “Lo que realmente me molesta es que ese gato estaba allí matando especies amenazadas y otras protegidas por la ley”, declaró al Houston Chronicle.
El ornitólogo admitió haber matado al gato con una carabina en noviembre de 2006, y a muchos otros que erraban por su propiedad. Pero asegura que no lo habría hecho si hubiera sabido que el animal en cuestión había sido domesticado por John Newland, un empleado en el peaje de un puente.
Los abogados del científico confían en que este argumento bastará para exculparlo de las acusaciones de crueldad hacia los animales, pues, en el momento de los hechos, únicamente estaba prohibido matar gatos que fueran “propiedad de alguien”. Esta ley debió ser modificada como respuesta a la cólera provocada por la muerte del gato vagabundo, llamado Mama Cat por el empleado del puente, quien alimentaba al animal y a muchos otros de sus congéneres. Desde entonces, la ley protege por igual a todos los gatos.
Mientras ornitólogos aficionados recolectaron fondos para ayudar a Jim Stevenson a pagar a sus abogados, los enamorados de los felinos exigen que sea severamente castigado. La sentencia que puede recibir es de dos años de prisión y U$S 10.000 de multa.
Por un lado, los defensores de los pájaros afirman que Jim Stevenson actuó así para proteger animales en peligro de extinción; por otro, los protectores de los felinos lo acusan de haber asesinado a un animal de compañía muy querido.
El señor Stevenson , fundador de la Galveston Ornithological Society y dueño de un estudio dedicado a la observación de las aves en la isla Galveston, en el Golfo de Méjico, asegura que quiso salvaguardar a los pájaros que anidan en la isla. “Lo que realmente me molesta es que ese gato estaba allí matando especies amenazadas y otras protegidas por la ley”, declaró al Houston Chronicle.
El ornitólogo admitió haber matado al gato con una carabina en noviembre de 2006, y a muchos otros que erraban por su propiedad. Pero asegura que no lo habría hecho si hubiera sabido que el animal en cuestión había sido domesticado por John Newland, un empleado en el peaje de un puente.
Los abogados del científico confían en que este argumento bastará para exculparlo de las acusaciones de crueldad hacia los animales, pues, en el momento de los hechos, únicamente estaba prohibido matar gatos que fueran “propiedad de alguien”. Esta ley debió ser modificada como respuesta a la cólera provocada por la muerte del gato vagabundo, llamado Mama Cat por el empleado del puente, quien alimentaba al animal y a muchos otros de sus congéneres. Desde entonces, la ley protege por igual a todos los gatos.
Mientras ornitólogos aficionados recolectaron fondos para ayudar a Jim Stevenson a pagar a sus abogados, los enamorados de los felinos exigen que sea severamente castigado. La sentencia que puede recibir es de dos años de prisión y U$S 10.000 de multa.
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